Una vez un ejecutivo que pasaba por cierto barrio de la ciudad, vió que un hombre estaba meditando con los ojos cerrados, el ejecutivo lleno de curiosidad se detuvo a observarlo; luego de mirarlo por largo tiempo, se dió cuenta que no abría los ojos.
Molesto el ejecutivo, porque a su juicio el pensador debería estar en una empresa trabajando, se le acercó y le dijo con voz de exhortación:
-¡Me parece que usted es un hombre que no le gusta trabajar!
-¡Mire a su alrededor y observe cuánta gente hay necesitada que bien podría ayudar si se dedicara a ganar su propio dinero, en lugar de estar ahí sin hacer nada!
-¡Gente como usted es la que hace estorbo en el mundo!
-¡Trabaje hombre, no sea carga para otros!
Los insultos del ejecutivo parecían no hacer eco en el pensador, quién luego de una pausa, abrió sus ojos, miró a su visitante y le dijo con voz apacible:
-Si una persona le ofrece un regalo a otra, y aquella no lo acepta, ¿de quién es el regalo? -El ejecutivo asombrado contestó: ¡De quién lo ofrece por supuesto!, -a ello el pensador afirmó: Entonces ¡quédese con tu regalo!, dió la vuelta y se retiró.
Es increíble cómo muchas veces, nuestros planes y proyectos se ven perturbados por personas ajenas. En el caso aquí narrado, podemos aprender algunas enseñanzas muy valiosas:
Por ahora dejaré hasta aquí esta reflexión, tengo preparadas otras historias que poco a poco iré publicando con la ayuda del Señor Jesucristo.
Molesto el ejecutivo, porque a su juicio el pensador debería estar en una empresa trabajando, se le acercó y le dijo con voz de exhortación:
-¡Me parece que usted es un hombre que no le gusta trabajar!
-¡Mire a su alrededor y observe cuánta gente hay necesitada que bien podría ayudar si se dedicara a ganar su propio dinero, en lugar de estar ahí sin hacer nada!
-¡Gente como usted es la que hace estorbo en el mundo!
-¡Trabaje hombre, no sea carga para otros!
Los insultos del ejecutivo parecían no hacer eco en el pensador, quién luego de una pausa, abrió sus ojos, miró a su visitante y le dijo con voz apacible:
-Si una persona le ofrece un regalo a otra, y aquella no lo acepta, ¿de quién es el regalo? -El ejecutivo asombrado contestó: ¡De quién lo ofrece por supuesto!, -a ello el pensador afirmó: Entonces ¡quédese con tu regalo!, dió la vuelta y se retiró.
Es increíble cómo muchas veces, nuestros planes y proyectos se ven perturbados por personas ajenas. En el caso aquí narrado, podemos aprender algunas enseñanzas muy valiosas:
- Siempre habrá personas que tratarán de opinar sobre lo que usted hace, y no precisamente para animarle,
- Por lo general las personas que ofenden es porque hay amargura en su corazón,
- Siempre encontraremos personas que criticarán duramente nuestra labor,
- Si estamos seguros de lo que hacemos, eso implica, hacer lo que a Dios agrada conforme a su voluntad, no debemos preocuparnos por las opiniones de los demás,
- Necesitamos aprender a ser tolerantes y pacíficos con las personas que nos ofenden,
- Toda ofensa no recibida, se queda con el ofensor,
- A mayor tolerancia, mayor grado de crecimiento y madurez,
- Cuando nos atacan a pesar de hacer el bien, Dios nos defenderá si no optamos por defendernos nosotros mismos,
- Si Dios está con nosotros, ¡Quién contra nosotros! Romanos 8:31,
- Seamos firmes hasta que Cristo venga.
Por ahora dejaré hasta aquí esta reflexión, tengo preparadas otras historias que poco a poco iré publicando con la ayuda del Señor Jesucristo.
Que Dios le bendiga.
Stanley Gómez.
http://stanleygomez.blogspot.com
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