Una niña pequeña estaba muy nerviosa ante la perspectiva de montar a caballo por primera vez, aun cuando iba a montar detrás de su abuelo, que era un excelente jinete. Cuando sus padres la ayudaban a montarse en el caballo, ella gritó: ¿Qué hago ahora? ¡Yo no sé montar a caballo! ¡Nunca lo he hecho antes! ¿Qué hago?.

Su abuelo le respondió con un tono reconfortante: No te preocupes del caballo, ni de cómo montarlo. Solo agárrate de mí, mi amor, solo agárrate de mí.


¡Qué gran consejo para nosotros hoy! Pensamos que nuestro día va a ser lento, pesado y aburrido, pero resulta en un día bien movido y agitado. En esos días es cuando necesitamos aferrarnos a nuestra fe en el Señor y permanecer en la montura.

 
Una de las formas más importantes en las que nos aferramos al Señor es mediante la constante comunicación con Él en un flujo continuo de oración y alabanza. Podemos orar en cualquier lugar y momento. Incluso un pensamiento de oración nos lleva a centrar nuestra voluntad y atención en el Señor y a depositar toda nuestra confianza en Él. Solo cuando perdemos el contacto con el Señor caemos en el peligro del pánico, la frustración, el frenesí y el fracaso que traen consigo.


El Señor conoce el final del camino desde el comienzo de cada día y sabe cuanto va a durar la presente agitación en tu vida. Sobre todo, Él sabe cómo guiarte con seguridad a través de cada desenfrenada cabalgata, conservándote en su divina paz durante todo el camino.


Cuando te encuentres metido en situaciones difíciles y todo parezca estar en tu contra, al punto de que sientes que ya no va a poder aguantar ni un minuto más, nunca te rindas entonces, pues ese es solo el lugar y el momento en que cambiará la marea.

 
Recuerda siempre que nunca montas solo en las bestias de la vida. El Señor está contigo y sostiene las riendas con firmeza en su mano. ¡Solo agárrate!

 
Todo lo que Dios nos llama a hacer, también hace posible que lo logremos. Anónimo.

 
Salmo 16:1
Guárdame, oh Dios, porque en ti he confiado.

DIOS LES BENDIGA!
Sindy Cándido.
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Era un día frío, lluvioso y gris.
Mientras manejaba su auto por la ruta, Heraldo divisó a una anciana cuyo vehículo averiado estaba detenido en la banquina. Estacionó su viejo Ami 8 delante del BMW de la anciana. La señora miró preocupada al hombre que se le acercaba, hacia más de una hora que estaba allí sin conseguir ayuda, pero, quien se aproximaba no tenia muy buen aspecto, podría tratarse de un delincuente. Más no había nada por hacer, estaba a su merced.

Se veía pobre y hambriento. Heraldo se dio cuenta e intentó tranquilizarla: "Vengo para ayudarla señora"- le dijo. " Entre al auto así no se moja mientras yo veo qué puedo hacer. Solo se trataba de una pinchadura, pero para la anciana se trataba de una situación difícil. Heraldo se metió bajo el auto buscando un lugar donde poner el gato hidráulico y en la maniobra se lastimó varias veces los nudillos.

Estaba apretando las últimas tuercas, cuando la señora bajó la ventana y comenzó a hablar con él. Le contó de donde venia, que tan sólo estaba de paso por ahí, y que no sabia como agradecerle. Heraldo sonreía mientras cerraba el baúl del coche guardando las herramientas. Le preguntó cuánto le debía, pero él no quería dinero. Más bien pensaba que ayudar a alguien en necesidad era la mejor forma de pagar por las veces que a él, a su vez, lo habían ayudado.

 Así que le dijo a la anciana que si quería pagarle, la mejor forma era que la próxima vez que viera a alguien en necesidad, y estuviera a su alcance el poder de asistirla, lo hiciera de manera desinteresada, y que entonces... "tan solo piense en mi..." Agregó despidiéndose. Heraldo esperó hasta que el auto se fuera. Había sido un día frío, gris y depresivo, pero se sintió bien, ayudar siempre le daba satisfacción. Entró al coche y se fue... Unos kilómetros más adelante la señora divisó un pequeño bar. Pensó que seria muy bueno quitarse el frío con una taza de café caliente antes de continuar así que se detuvo. El lugar era diminuto, muy pobre y precario...

 Una cortes camarera se le acercó y le extendió una toalla de papel para que secara su cabello, empapado por la lluvia. Tenía un rostro agradable con una hermosa sonrisa. Aquel tipo de sonrisa que no se borra aunque estuviera muchas horas de pie. La anciana notó que la camarera estaba embarazada. Y sin embargo esto no le hacia cambiar su simpática actitud.

Pensó en cómo, gente que tenia tan poco, era tan generosa con los extraños. Entonces se acordó de Heraldo...

Al terminar su café, pagó con cien pesos. Cuando la muchacha regresó con el cambio constató que la señora se había ido. Intentó alcanzarla, pero al pasar vio en la mesa una servilleta de papel escrita junto a cuatro billetes de cien. Los ojos se le llenaron de lágrimas cuando leyó la nota: "Cuando tuve necesidad, alguien me ayudó como hoy te estoy ayudando. Si quieres pagarme, no dejes de asistir y ser bendición a otros como hoy lo hago con vos. Seguí dando de tu amor y no permitas que nada rompa las bendiciones que sabes dar con tu actitud."

Esa noche, ya en su casa, mientras la camarera entraba sigilosamente en la cama, para no despertar a su agotado esposo que debía levantarse muy temprano, pensó en lo que la anciana había hecho por ella.

¿Cómo sabría ella las necesidades que tenían con su esposo, los problemas económicos que estaban pasando, máxime ahora con la llegada del bebe? Acercándose suavemente hacia él, para no despertarlo, mientras lo besaba tiernamente, le susurró al oído... "Todo va a estar bien, te amo... Heraldo."

Vaya éste mundo es tan pequeño, pero tan grande a la vez...Y siempre he pensado que nuestra vida es como un bumerán, lo que envías recibes, lo que siembras, cosechas....

Qué se iba a imaginar Heraldo que la anciana de una u otra forma le iba a pagar su favor, y justamente con su esposa....Son los resultados hermosos del amor verdadero, cuando das con amor sincero recibes el doble....

En cada uno de ustedes brilla un ángel. Quizás ustedes no lo saben, quizás sienten que son uno más en la vida de todos los días pero no... Hay riquezas que solo anidan en el corazón y que son las más importantes, pues podemos brillar a través del dinero, la fama, los títulos, o lo que sea pero la esencia que hace que nuestra luz se expanda es solo la que nace y crece en nuestro corazón. Voy a seguir ayudando pues como piensa Heraldo así pienso yo: "Ayudar a alguien en necesidad es la mejor forma de pagar por las veces que a mi a su vez me han ayudado..."

Si quieres pagarme, no dejes de asistir y ser bendición a otros como hoy lo hago contigo. Sigue dando de tu amor y no permitas que nada rompa las Bendiciones que sabes dar con tu actitud." Da lo mejor de TI....tu corazón te lo agradecerá.

Eclesiastes 11:1 " ECHA TU PAN SOBRE LAS AGUAS: PORQUE DESPUES DE MUCHOS DIAS LO HALLARAS"
Gálatas 6:7b " TODO LO QUE EL HOMBRE SEMBRARE, ESO TAMBIEN SEGARA"
DIOS LES BENDIGA!
Sindy Cándido.
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