Una vez un ejecutivo que pasaba por cierto barrio de la ciudad, vió que un hombre estaba meditando con los ojos cerrados, el ejecutivo lleno de curiosidad se detuvo a observarlo; luego de mirarlo por largo tiempo, se dió cuenta que no abría los ojos.

Molesto el ejecutivo, porque a su juicio el pensador debería estar en una empresa trabajando, se le acercó y le dijo con voz de exhortación:

-¡Me parece que usted es un hombre que no le gusta trabajar!
-¡Mire a su alrededor y observe cuánta gente hay necesitada que bien podría ayudar si se dedicara a ganar su propio dinero, en lugar de estar ahí sin hacer nada!
-¡Gente como usted es la que hace estorbo en el mundo!
-¡Trabaje hombre, no sea carga para otros!

Los insultos del ejecutivo parecían no hacer eco en el pensador, quién luego de una pausa, abrió sus ojos, miró a su visitante y le dijo con voz apacible:

-Si una persona le ofrece un regalo a otra, y aquella no lo acepta, ¿de quién es el regalo? -El ejecutivo asombrado contestó: ¡De quién lo ofrece por supuesto!, -a ello el pensador afirmó: Entonces ¡quédese con tu regalo!, dió la vuelta y se retiró.

Es increíble cómo muchas veces, nuestros planes y proyectos se ven perturbados por personas ajenas. En el caso aquí narrado, podemos aprender algunas enseñanzas muy valiosas:
  1. Siempre habrá personas que tratarán de opinar sobre lo que usted hace, y no precisamente para animarle,
  2. Por lo general las personas que ofenden es porque hay amargura en su corazón,
  3. Siempre encontraremos personas que criticarán duramente nuestra labor,
  4. Si estamos seguros de lo que hacemos, eso implica, hacer lo que a Dios agrada conforme a su voluntad,  no debemos preocuparnos por las opiniones de los demás,
  5. Necesitamos aprender a ser tolerantes y pacíficos con las personas que nos ofenden,
  6. Toda ofensa no recibida, se queda con el ofensor,
  7. A mayor tolerancia, mayor grado de crecimiento y madurez,
  8. Cuando nos atacan a pesar de hacer el bien, Dios nos defenderá si no optamos por defendernos nosotros mismos,
  9. Si Dios está con nosotros, ¡Quién contra nosotros! Romanos 8:31,
  10. Seamos firmes hasta que Cristo venga.
Así que... A partir de ahora, si alguien le grita y le ofende por lo que hace, ¡tranquilo(a)!, si usted está conforme al punto Nº 4, nada hay que preocuparse... ¡Sonría que Jesús le ama y lo está mirando desde el cielo ahora mismo!.


Por ahora dejaré hasta aquí esta reflexión, tengo preparadas otras historias que poco a poco iré publicando con la ayuda del Señor Jesucristo.

Que Dios le bendiga.
Stanley Gómez.
http://stanleygomez.blogspot.com

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