Sindy Cándido.
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Le voy a pedir y seguramente me dará bastante; y cuando el Rey pasó cerca, le dijo:
"Su Majestad, ¿me podría, por favor, regalar una moneda?" Aunque en su interior pensaba que El Rey le iba a dar mucho más.
El Rey le miró y le dijo:"¿Por qué no me das algo tú? ¿acaso no soy tu Rey?"
El mendigo no sabía qué responder a la pregunta y dijo:"Pero Su Majestad, ¡YO NO TENGO NADA!"
El Rey respondió:"Algo debes tener, ¡BUSCA!"
Entre su asombro y enojo, el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un pedazo de pan y unos granos de arroz. El mendigo pensó que el pedazo de pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dió al Rey.
Complacido el Rey dijo:"¿VES CÓMO SÍ TENÍAS?"Y le dió 5 Monedas de Oro, una por cada grano de arroz.
El Mendigo dijo entonces:"Su Majestad, creo que acá tengo otras cosas."
Pero el Rey no le hizo caso y dijo:"Solamente de lo que me has dado de corazón, te puedo Yo dar".
Habia una vez una pequeña niña y su padre, quienes eran grandes amigos y disfrutaban el tiempo que pasaban juntos. Salían a caminar y compartían la pasión de observar pajaritos, mientras se deleitaban en el cambio de las estaciones y en la experiencia de conocer nuevas personas que se cruzaban en el camino.
Un día, el padre notó un cambio en su hija. Si él salía a caminar, ella se excusaba para no ir. Reconociendo que la chica estaba creciendo, él supuso que era de esperarse que ella perdiera interés en su padre al ir conociendo nuevos amigos. No obstante, su ausencia lo afligió en gran medida.
Debido a la ausencia de su hija, él no se encontraba de muy buen ánimo. Durante su cumpleaños ella le obsequió un par de sandalias elaboradas con exquesitez por ella misma, mientras él daba sus caminatas fuera de la casa.
Por fin, él pudo entender y dijo: Querida mía, me gustan muchas las sandalias, pero en la próxima ocasión cómpralas, y permíteme compartir contigo todos los días. Prefiero tener a mi hija, que cualquier cosa que ella haga para mí.