Percibiendo la tensión de sus padres, el bebé empezó a ponerse irritado y nervioso, lo que le produjo más frustración a Peggy. En un intento por consolar al pequeño, Peggy lo cargó y lo besó. Para su sorpresa, el bebé se sonrió y se rió, era la primera risa genuina que escuchaba de su hijo.
En un instante, la noche tomó un curso totalmente diferente. Peggy estuvo más calmada, así como su bebé. La cena fue todo un éxito.
¿Puede la risa de un pequeño cambiar todo un día? ¡Sí! También lo puede la risa entre dos adultos o la risa provocada por el recuerdo de algún suceso gracioso.
Cuando se sienta mucha tensión, no permita que explote enojado. Tómese una rato, si lo necesita, y busque un motivo para reír… ¡y verá como la tensión se desvanece!
Una buena sonrisa es la luz de una casa.
La luz de los ojos alegra el corazón, y la buena nueva conforta los huesos
Equipo de Historias Que Edifican,
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