Un ateo dictaba una conferencia ante un gran auditorio defendiendo la inexistencia de Dios.
Después de haber finalizado su discurso, desafió a cualquiera que tuviese preguntas a que subiera a la plataforma.



Un hombre que había sido bien conocido en la localidad por su adicción a las bebidas alcohólicas, pero que había encontrado recientemente liberación y esperanza en Dios aceptó la invitación y sacando una naranja del bolsillo comenzó a pelarla lentamente.



El conferencista le pidió que hiciera la pregunta; el hombre, continuó imperturbable pelando la naranja en silencio, al término de lo cual, se la comió.
Se volvió al conferencista y le preguntó : "¿Estaba dulce o agria?"



"No me pregunte tonterías", respondió el orador con señales evidentes de enojo; "¿Cómo puedo saber el gusto si no la he probado?"



Y aquel hombre regenerado por el amor de Dios respondió entonces:
"Y ¿cómo puede usted saber algo de Dios, si nunca lo ha probado?"



Amigo, intenta probar a Dios en tu vida y sabrás que fue la mejor decisión de tu vida!!



Romanos 14:11 "Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que a mí se doblará toda rodilla, y toda lengua confesará a Dios."

Salmo 34:8 "Gustad, y ver que es bueno Jehová; dichoso el hombre que confía en Él."

DIOS LES BENDIGA!










Sindy Cándido.






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Es un frío día de diciembre en la ciudad de Nueva York. Un jovencito de unos 10 años estaba parado, descalzo, ante una tienda de zapatos en Broadway, asomándose al escaparate, y temblando de frío. Una dama se acercó al muchacho y le dijo: "Mi jovencito, ¿qué es lo que miras con tanta insistencia en el escaparate?




"Le estaba pidiendo a Dios que me diese un par de zapatos", fue la respuesta del muchacho.
La dama lo tomó de la mano y entraron a la tienda, le pidió al vendedor que trajese una media docena de calcetines para el muchacho. Entonces, le preguntó si podía conseguirle una vasija con agua y una toalla.


Él se las trajo rápidamente. Ella se llevó al muchacho a la parte trasera de la tienda y, quitándose sus guantes, se arrodilló, lavó sus piecitos y los secó con la toalla.
Para entonces, el vendedor había regresado con los calcetines.
Colocando un par en los pies del muchacho, entonces ella le compró un par de zapatos, y atando el resto de los pares de calcetines, se los entregó. Le dio una palmadita en la cabeza y le dijo: "No hay duda, mi amiguito, te sentirás más cómodo ahora".


Al salir, el asombrado muchacho le tomó la mano y, mirándola al rostro, con lágrimas en sus ojos, le contestó con estas palabras: "¿Es usted la esposa de Dios?"

No hay duda que cuando somos compasivos nos parecemos a Dios, porque Dios es Compasivo. Extendamos nuestra mano amiga y tierna en todo momento hacia nuestro projimo....





Así brille vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas acciones y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
Mateo 5:16.


Y para que los gentiles glorifiquen a Dios por su compasión, como está escrito: "Por eso te alabaré entre las naciones; cantaré himnos a tu nombre."
Romanos 15:9.


DIOS LES BENDIGA!














Sindy Cándido.




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