Por Stanley Gómez.

Una familia se había comprado un auto nuevo 0 km; hermoso desde cualquier ubicación. El tapizado era una belleza en toda la palabra. El padre amaba ese auto, su esfuerzo de muchos años estaba allí.

Salieron él, su esposa y su pequeño hijo de tan solo 3 años; llegando a una estación de servicio bajan los padres y dejan al niño en el auto habiendo cerrado las puertas.

Al interior del auto, el niño encontró un marcador y comenzó a escribir en todo aquel tapizado con un gran entusiasmo y amor, ya que los niños hacen sus cosas en esta condición.

Después de un momento llegan los padres, y al ver el cuadro, el padre comenzó a encenderse en furia al ver su "hermoso tapizado" todo escrito. Comenzó a golpear al niño en sus manos, y a golpearlo con mucha fuerza hasta que tuvieron que sacarle al niño de entre sus golpes.

El niño estaba en muy mal estado y tuvieron que llevarlo hospitalizado.

Suena el teléfono en casa de la familia y atiende el padre. -Lo llamaban del hospital; era necesario que se presentaran, las cosas se habían complicado. El padre se presenta y le notifican que debieron amputarle las manos al niño; ya que no había otra opción posible.

Entrando el padre a la habitación envuelto en lágrimas, el niño le dice sonriente:


Hola papi, ya aprendí la lección, no lo voy a hacer más. Papi, pero por favor, ¡devuélveme mis manitas!

El padre salió de aquella habitación y se suicidó.

¡Triste historia! diría usted, ¡qué padre más grosero!, ¡qué padre en su estado sobrio haría algo semejante! Sin embargo, este padre lo hizo aún siendo alguien que llevaba una vida natural; el problema no fue el niño, ni el auto, y menos el dibujo; el problema fué la ira, que transforma a cualquiera que se deja dominar por ella. Y quizá no sea el cuadro aplicable a nosotros, pero probablemente haya circunstancias en nuestra vida donde los medios se prestan para provocarnos. El punto es cómo reaccionaremos ante una provocación.

Analicemos un poco los elementos que participaron aquí:

  • Apego a lo material, el padre amaba su auto.
  • Egoísmo, nada más importante que su auto.
  • Ira, luego de saber que le habían dañado su propiedad material.
  • Falta del Espíritu de Dios, los frutos del Espíritu son: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza (Gál. 5:22-23)
Por ello, necesariamente hay que morir a nuestras pasiones egoístas y nacer de nuevo; pero sólo es posible en la medida que le damos espacio al Cristo del Dios Viviente en nuestro corazón, y permitimos que Él nos llene de su Espíritu Santo, pues los frutos del Espíritu son manifestaciones visibles en aquellos que lo poseen.

Lo mejor es no apegarnos a las vanidades de este mundo como son: fama, lujos, pasiones o deseos. Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Col.3:1-2

Esta historia la escuché de uno de mis pastores hace algunos años, hoy circula por internet lo que me alegra mucho, y la traigo para todos ustedes.

Gracias Josed por compartirla conmigo, yo la comparto con todos los visitantes.

Que Dios les bendiga a todos.
Stanley Gómez.
http://stanleygomez.blogspot.com Imprimir tema.
0 Responses

Publicar un comentario

Seguidores